Olivorio Mateo líder mesiánico y guerrillero
LUNES, 03 febrero 2025: Olivorio Mateo Ledesma, mejor conocido como Papá Liborio nació en San Juan de la Maguana en 1876, hijo de Andrés Mateo y Sacarila Ledesma, fue un curandero dominicano, líder mesiánico y revolucionario oriundo de una comunidad rural, sus acciones guerrilleras fueron consideradas una amenaza para la intervención militar norteamericana de 1916, a la que se enfrentó en dieciséis oportunidades.
Olivorio es una figura interesante y controversial de la historia dominicana, se le atribuyen milagros, profecías y una conexión especial con lo divino, lo que lo convirtió en un símbolo de resistencia frente a las intervenciones extranjeras, especialmente durante la ocupación estadounidense de 1916-1924.
Cuenta la leyenda que el curandero desapareció por varios días durante un inesperado huracán ocurrido en el Valle de San Juan en 1908. Nadie supo de él, hasta que apareció a los 7 días meditando, sentado en las tierras de su padre. De esta forma dio inicio a su misión como curandero, profeta y posteriormente guerrillero.
Apareció con barbas largas, dijo haber recibido un mensaje divino mientras estuvo perdido y se autoproclamó enviado de Dios. Curaba enfermos con un trago de ron y un tomo llamado «Tirindanga«, exhortaba a la gente a vivir en paz, e incentivaba el culto a la Santísima Trinidad y hacía dramáticas profecías.
Pero no sólo fue un líder espiritual, sino también un estratega militar que organizó una resistencia efectiva contra las tropas estadounidenses durante la ocupación de 1916-1924. Su carisma y habilidades de liderazgo lo convirtieron en un pilar de la lucha por la soberanía nacional.
Olivorio era un líder carismático que sabía unir a su pueblo bajo una causa común. Su habilidad para combinar el fervor espiritual con la resistencia armada lo convirtió en un líder único. A través de sus enseñanzas, motivó a los campesinos a defender sus tierras y su dignidad frente a la intervención extranjera.
El movimiento encabezado por Olivorio surgió en un contexto de descontento rural, marcado por la pobreza, la desigualdad y el abandono estatal. Los liboristas, como se conocía a sus seguidores, eran principalmente campesinos que veían en él no sólo un guía espiritual, sino un protector contra las injusticias sociales, en quien creían ciegamente.
Estableció una comunidad autosuficiente en las montañas de la región. Bajo su liderazgo, se organizaban tareas de cultivo, rituales religiosos y entrenamientos militares. La comunidad se regía por principios de solidaridad, justicia y resistencia frente a los invasores.
Previo a la invasión norteamericana, su arraigo como líder lo convirtió en fuente de preocupación para los gobiernos de Ramón Cáceres y Eladio Victoria.
Entre 1916 y 1922, se enfrentó en 16 ocasiones a las fuerzas de ocupación que detentaban el poder en el país. En 1920, Liborio consintió en entregar las armas que había en el grupo, pero algunos de sus seguidores, sobre todos algunos perseguidos de la justicia que se habían refugiado en el movimiento, se opusieron. A partir de entonces, el gobierno de intervención consideró a Liborio el guerrillero más peligroso del país y agilizó los aprestos para darle muerte.
Ese mismo año, Liborio y los soldados regulares bajo el mando de las tropas de intervención libraron en el lugar conocido como «La Peñita» un fuerte combate, el cual dejó un saldo de decenas de muertos y 67 heridos. En esa ocasión, el «Maestro» logró escapar con vida y se atrincheró con más de 200 hombres en la loma Sabrosa, en el noroeste de la república, próximo a la frontera. En ese lugar fue abatido a tiros el 27 de junio de 1922, junto a uno de sus hijos.
La figura de Olivorio se convirtió en un referente para los movimientos nacionalistas que surgieron posteriormente.
Su sacrificio reforzó la idea de que la resistencia popular podía desafiar incluso a potencias extranjeras. En las décadas siguientes, su memoria fue invocada en diversos momentos de tensión nacional.
Por Nicolás Mateo
El autor es periodista y escritor.
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