Bahoruco: bajo asalto
El autor es estudiante de Ciencias Políticas. Reside en Santo Domingo.
Por ISAAC FELIZ / elmomento.net
VIERNES, 10 ENERO, 2025: En análisis previos, me he referido a la situación de vulnerabilidad que enfrenta la provincia de Bahoruco. He abordado las causas estructurales de su pobreza y planteado posibles soluciones a los problemas que la aquejan.
Sin embargo, un aspecto que siempre ha captado poderosamente mi atención es la aparente indiferencia de su población frente a las condiciones precarias en las que vive. Ante esto, me he preguntado: ¿cómo es posible que los habitantes permanezcan ajenos a esta realidad tan alarmante? Hoy, creo haber encontrado una respuesta.
La indiferencia de una comunidad que enfrenta niveles de pobreza tan elevados como los de Bahoruco solo puede explicarse a través de lo que llamo un “asalto a Bahoruco”. Este asalto no es físico ni inmediato, sino que se manifiesta mediante el clientelismo político y la mala gestión de los recursos públicos.
Estas prácticas han generado un efecto devastador: no solo han fomentado la indiferencia, sino que han sembrado desesperanza en la población, haciéndoles creer que no existen alternativas a su difícil situación.
Apatía
¿Cómo es posible que una comunidad no reaccione ante la falta de oportunidades que condena a sus jóvenes a un futuro sin empleos dignos? ¿Cómo pueden mantenerse en silencio frente al deterioro de sus carreteras y al hambre que azota sus hogares?
Esta apatía colectiva no surge por casualidad; es el resultado de un proceso en el que sus voluntades han sido doblegadas por un grupo de individuos cuyo único interés radica en preservar sus propios privilegios.
En esencia, Bahoruco no solo ha sido asaltado en términos económicos, sino también en el plano emocional y psicológico. La población ha sido manipulada hasta el punto de creer que sus problemas son inmutables y que cualquier intento de cambio es inútil. Este “asalto” no solo explica su silencio, sino también su resignación.
La pregunta ahora es: ¿cómo revertir este estado de cosas? ¿Cómo devolver la esperanza a un pueblo que ha sido despojado de su capacidad de soñar con un futuro mejor? Estas interrogantes deben estar en el centro de cualquier proyecto que aspire a transformar verdaderamente a Bahoruco.
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