El flagelo de la pobreza

Redacción de El Caribe

VIERNES, 18 OCTUBRE, 2024: Una de cada diez personas que habitan en regiones en desarrollo viven con menos de 1.90 dólares al día, cantidad establecida internacionalmente como el umbral de la pobreza. Y muchos carecen de acceso a alimentos, agua potable y atención sanitaria adecuada, según datos del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

El 17 de octubre se celebra el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza, y el primer Objetivo de Desarrollo Sostenible es, precisamente “poner fin a la pobreza en todas sus formas y en todo el mundo”. El lema para 2024 es: “Acabar con el maltrato social e institucional”.

La ONU lo estableció en 1992, pero se celebró por primera en París, en 1987, cuando más de 100,000 personas se manifestaron en la Plaza del Trocadero en favor de los derechos humanos, la libertad, y en honor a las víctimas de la pobreza, del hambre, la violencia y el miedo.

La pobreza tiene muchas caras, algunas visibles y otras no tanto, como el “maltrato social e institucional” que padecen los pobres.

También enfrentan actitudes hostiles, los estigmatizan, discriminan y juzgan por su apariencia, por lo mal que hablan y a menudo se les culpa de su situación y se les falta al respeto.

Este maltrato social también genera un maltrato institucional, con políticas y prácticas discriminatorias que les niegan derechos esenciales como la atención médica, la educación, la vivienda, o el acceso a una identidad legal.

Es más grave para quienes ya sufren otros tipos de discriminación por género, orientación sexual, color de piel o etnia.

Estas formas de violencia contra los pobres materializan la inhumanidad, un maltrato que mina la autoestima, destruye la autonomía personal y priva de la dignidad.

Ese maltrato institucional se ve a diario en los barrios, donde policías que se niegan a identificarse con nombre y apellido detienen a cualquiera y a veces exigen dinero a cambio de dejarlo ir, también en los centros de salud donde no hay medicamentos y son más las veces que los médicos ni siquiera aparecen, por solo citar un par de situaciones de maltrato institucional normalizado.

La pobreza es un flagelo en crecimiento que a todos debiera preocuparnos. Trabajar para reducirla y, sobre todo, no culpar a los pobres por ser pobres, es una manera más humana de encarar este problema.


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