LA SEÑORA DE LAS BOLSAS

                                 

Por Jenny Matos         

DOMINGO, 21 JULIO, 2024: Al salir de una tienda, donde María fue a tomar café con una amiga, vio una señora cargada de bolsas.  Recordando lo difícil que es tomar el transporte público, más que sus brazos se notaban cansados y la distancia era larga, amablemente se aproximó y quiso ayudarla. La señora al voltear y observar la forma de vestir, sus fachas no le convencieron para calificarla como una buena persona, la tildó de una facinerosa, quizás por los tatuajes, las múltiples argollas y piercings en sus orejas y el corte de pelo al estilo no convencional.

De forma desdeñosa la señora le arrebató las bolsas que pretendió cargar por ella y la joven se sentido avergonzada. Retrocediendo tres pasos atrás en al acto, con las manos levantada pidió disculpa y se alejó.

A la señora se le notaba el rostro ceñudo y dando tumbos continuó su agitado camino al Metro de Santo Domingo. Otros transeúntes notaron el gesto desaprensivo y aunque iban en la misma dirección no osaron colaborar, por temor a la reacción de la Señora; la dejaron sola con sus cargas de supermercado. Mientras ellos avanzaban rápidamente, la Doña debía hacer paradas y masajear sus amoratadas manos por el peso de la carga. Tanto la joven como los demás llegaron y subieron al vagón y partieron a sus destinos, mientras la señora seguía haciendo sus paradas.

A veces, vamos en la misma dirección que personas que tienen más cargas que nosotros, pero no podemos obligar a nadie a que vayan más ligeros. Las personas eligen las bolsas que van a cargar y las que van a compartir por este viaje de la vida y aunque nos toque subir un tren, algunos llegaran a la estación más rápido que otros, porque es su recorrido y lo hacen apegados a lo que traen. Un día somos la chica mal vestida pero que viaja ligero, pero también hemos sido la señora de las bolas…al final es nuestro camino, somos los que decidimos si creer en alguien que parece mala persona aunque tenía buenas intenciones, al final solo pretendía ayudar un poco a aligerar la marcha. Yo he sido la una y la otra, los que leen esta historia también. Con bolsas o sin bolsas, con ayuda o sin ellas, el deseo de Dios es que llegues a tu destino. Hay cargados y trabajados que solo Dios puede hacer por ellos. Jesús no fuerza a nadie, las personas vivimos rechazando las ayudas que Dios nos manda, porque no vienen en el estuche que deseamos. Si alguien te rechazó, supéralo.

Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Mateo 11:28.


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