Las medidas de la prudencia
POR CARLOS JULIO FÉLIZ VIDAL
A menudo resulta difícil medir una virtud, un valor o una cualidad.
DOMINGO, 19 MAYO, 2024: La inteligencia se ha medido a través de test. Esos test son pruebas, evaluaciones dotadas de rigor que permiten, cruzando variables, cuantificar el coeficiente intelectual de una persona.
Una persona puede tener un coeficiente intelectual alto y no saber manejarse con prudencia.
La prudencia tiene una dosis importante de sentido común y de inteligencia emocional; es así porque no existe una relación de proporcionalidad entre el coeficiente intelectual y la prudencia.
La prudencia se puede medir a través de la conducta.
La prudencia sólo es entendible de caras a la realidad, por más agobiante que esta sea.
Será la respuesta que se de a esa realidad, a esos hechos humanos, naturales, sociales, familiares, políticos, etc. que medirá la prudencia.
La prudencia será una reacción, una respuesta a las circunstancias de la vida; detrás de la prudencia hay un cálculo humano, no necesariamente aritmético, hay un juicio que infiere, que vislumbra una determinada conclusión ante un escenario concreto.
La prudencia indicará si se habla o guarda silencio; si se avanza o retrocede; si se defiende o se ataca; si se persiste o se desiste, etc., cuando se tiene que asumir una posición o tomar una decisión que pudiera tener consecuencias significativas.
La prudencia se vincula a la madurez y uno de los indicadores de la madurez es la capacidad que se tiene de postergar el placer para cumplir con el deber. Muchas de las tragedias humanas están vinculadas a decisiones que se toman para darle rienda suelta a un gusto, pasando por alto los riesgos asociados, de ahí que se pueda decir que la prudencia se mide por la madurez de postergar el placer.
Otras veces la prudencia sólo requiere de la capacidad de evadir el peligro previsible, que puede indicar la máxima de la experiencia, en tanto que ese peligro esté asociado a una decisión.
La prudencia también se mide por la capacidad de oír y prestar atención a la recomendación de un experto en su área de especialidad, cuando con argumentos sólidos da razones para actuar en un sentido o dejar de hacerlo en otro.
La prudencia también se mide por la capacidad que tiene un individuo de investigar cuando tiene dudas acerca de una decisión que no hay que tomarla de inmediato.
La prudencia a menudo requiere de no desafiar las leyes del sistema ni el poder constituido, especialmente si no se cuentan con los recursos suficientes para sustituirlos.
La prudencia permite establecer prioridades, adelantar respuestas y tratar con respeto a las personas al margen de consideraciones ideológicas, religiosas y políticas.
La prudencia llama a no gastar más de lo que se gana, a no endeudarse sin necesidad y a invertir en "verano" para no sufrir penurias en invierno.
La prudencia requiere del conocimiento de la naturaleza humana para predecir conductas; no sentirse frustrado cuando le ocurren sucesos que ya se han producido en la vida de otros, porque nada humano nos es ajeno.
En fin, al medir la prudencia, el mejor indicador es la vida misma, a menudo puesta en riesgo cuando se toman o se dejan de tomar decisiones que pueden tener consecuencias favorables o desfavorables.
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