Fábula del Pinal y el Arroyo

Por Jenny Matos

LUNES, 20 MAYO, 2024: En un lugar selvático muy apartado de la ciudad, habitaba un arroyo de aguas tranquilas y una arbolada de pinos. El pinal más próximo, hacia una oración a Dios, para que los cuidase de los leñadores.

Los leñadores se habían dedicado a la tala de árboles indiscriminadamente. Inclusive abundaban los taladores furtivos, que sin permiso de las autoridades competentes, se dedicaban a comercializar madera robada de las reservas protegidas, en ese ecosistema vegetativo. 

El arroyo para fastidiarlo le dijo: 

—Hola árbol caído—. No eres árbol, más bien eres leña, viene un leñador con su hacha.  No tenemos guarda bosques, te echaran en cualquier chimenea y de ti no quedara nada que se vea.

El pino salido de comunión, suspendió la oración que hacia al Dios del cielo. Y le dijo con voz ronca y quebrada:

—Ciertamente frente al hacha todos pereceremos—. Tenemos un guardabosque, Dios que nos sembró, puede librarnos de todo mal—. Pero si no nos librase, conjuntamente con la tala tu agua se acabará. 

—¿Se te olvida que dependes de nosotros? Así como nosotros dependemos de Dios. La universo es una cadena, toda vida y toda muerte está entrelazada por eslabones de sucesos.

—Yo que tú, dejo de ser criticón y me uno a la cadena de oración—. 

El río calló su caudal por un momento, reflexionó sintiéndose río muerto. Miró al árbol y le dijo con tono implorante:

—¿Me enseñas el Padre Nuestro?

Moraleja: No te burles por los juicios de nadie. Si es que son juicios, la persona que más insignificante ahora vez, es quizás aquella que más te ha ayudado en un momento determinado, aunque hoy no lo tomes en cuenta. Seamos agradecidos, a todos nos llegan días malos. No dejemos orar para que Dios nos libre de los leñadores y también de las hachas filosas que cortan las alegrías de vivir. Que sigan reverdeciendo los bosques y que los ríos se llenen de agua.

Bien lo dice el refrán: Cuando veamos la barba de nuestro vecino enmohecer, hay que poner la nuestra en remojo.


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