Es el único árbol inmortal que existe en el mundo y hay ejemplares en Argentina
Este árbol, cuyo origen se remonta a 200.000.000 años, sobrevivió a los dinosaurios y la bomba atòmica de Hiroshima. Gustavo Londeix
No mueren de viejos sino que pueden acabar por los rayos, el fuego, el viento, o la mano del hombre.
DOMINGO, 29 OCTUBRE 2023: El Ginkgo biloba crece principalmente en China y Corea, y en mucha menor medida en Estados Unidos, el sur de Francia, en algunas ciudades de España, y en puntos determinados de Uruguay, Chile y la Argentina.
Se lo encuentra en varias provincias, y en la Capital Federal hay ejemplares en el antiguo zoo, el Botánico, el barrio Parque, en la Plaza Belgrano del Barrio de Belgrano y en el Jardín Japonés.
El Ginkgo Biloba de la Plaza Mitre, en Sofia Santamarina y Alem, en el centro de Monte Grande. El Ginkgo Biloba de la Plaza Mitre, en Sofia Santamarina y Alem, en el centro de Monte Grande.
Y es inmortal. Su origen se remonta a 200.000.000 años atrás y era alimento de los dinosaurios. Los científicos creyeron, en un momento, que había desaparecido, pero un médico alemán, Engelbert Kaempfer, lo encontró en 1691 en Japón.
También había sobrevivido en China, en monasterios y jardines de los templos budistas, donde lo cultivaban desde el año 1000. Luego se extendió por semilla a Japón y Corea, y de allí fueron llevados a Europa y en el 1700 a América.
Sobrevivió a la bomba atómica
El 6 de agosto de 1945 Estados Unidos lanzó la bomba atómica contra Hiroshima. La ciudad quedó devastada tras la explosión. Decenas de miles de personas murieron y en un radio de más de 10 kilómetros todo quedó arrasado.
Sin embargo, a 1.000 metros de donde cayó la bomba, sucedió algo casi milagroso: un ejemplar de ginkgo, situado en el templo Housenbou, logró sobrevivir.
Y hoy sigue allí, majestuoso.
A 1.000 metros de donde cayó la bomba atómica en Hiroshima, sucedió algo casi milagroso: un ejemplar de ginkgo, situado en el templo Housenbou, logró sobrevivir. A 1.000 metros de donde cayó la bomba atómica en Hiroshima, sucedió algo casi milagroso: un ejemplar de ginkgo, situado en el templo Housenbou, logró sobrevivir.
Cuando uno ve los usos medicinales que tiene, el asombro aumenta. Muchos médicos lo prescriben para combatir la ansiedad, el Alzheimer, los problemas de visión en personas con diabetes, la vasculopatía periférica (enfermedad que provoca una mala circulación sanguínea en las piernas), los dolores pre menstruales, la esquizofrenia, la diskinesia tardía (patología que hace que los músculos se muevan de forma involuntaria), los vértigos y mareos.
También la disfunción sexual, el trastorno afectivo estacional (aquellas personas que sufren una depresión con el cambio de estación), el asma, la dependencia a la cocaína, la hipertensión arterial, la esclerosis múltiple, el zumbido en los oídos, las cardiopatías, la dislexia, la fibromialgia, cánceres como el colorrectal, de estómago, de ovario y de páncreas.
Y la lista también incluye que combate las hemorroides, las migrañas, el síndrome de Raynard (un trastorno de los vasos sanguíneos), la conjuntivitis alérgica estacional, los accidentes cerebrovasculares, el colesterol alto y la arteriosclerosis. Mejora la memoria, la velocidad de pensamiento y la atención.
Después de esa lista se comprende porque se lo considera, además de inmortal. como milagroso.
El árbol inmortal
Y ahora se sabe porqué es inmortal. Un médico japonés que vivió 105 años, el doctor Hinohara, analizó genéticamente árboles ginkgo con edades entre los 15 y los 667 años en Estados Unidos y China, y descubrió que su crecimiento no se vuelve más lento aunque hayan pasado cientos de años, y que la calidad de las semillas tampoco se veían afectadas por el paso del tiempo.
Todo gracias a los productos químicos que produce y que la protegen como antioxidantes, anti microbios y hormonas protectoras, y además no activa genes relacionados con la vejez, como ocurre con cualquier árbol y planta.
No mueren de viejos sino que pueden acabar por los rayos, el fuego, el viento, o la mano del hombre.INo mueren de viejos sino que pueden acabar por los rayos, el fuego, el viento, o la mano del hombre.
En un nuevo estudio se llega a otras conclusiones. "En los humanos, a medida que envejecemos, nuestro sistema inmunológico comienza a no ser tan bueno", explica a The New York Times el biólogo Richard Dixon, de la Universidad del Norte de Texas. Haciendo una equivalencia, el sistema inmunitario en estos árboles, pese a tener 1.000 años de edad, se parece a la de una persona de 20 años".
Las nueva investigaciones se centraron en el cambium vascular del árbol, una capa delgada de tejido en el tronco que produce nueva corteza y madera.
El crecimiento secundario del árbol no muestra ninguna disminución de los árboles de ginkgo de 10 a 600 años. "Parece que el cambium vascular en el biloba puede retener la capacidad de crecimiento continuo durante cientos de años o incluso milenios", concluyen los nuevos estudios.
El sistema inmunitario en estos árboles, pese a tener 1.000 años de edad, se parecen a los de una persona de 20 años. El sistema inmunitario en estos árboles, pese a tener 1.000 años de edad, se parecen a los de una persona de 20 años.
Esto significa que los árboles de ginkgo nunca mueren por envejecimiento. Su vida puede acabar por los rayos, el fuego, el viento, las enfermedades o el estrés.
Y aunque parezca increíble, la mano del hombre lo está llevando a su desaparición.
El Ginkgo biloba, también llamado árbol de los cuarenta escudos o nogal del Japón, un árbol único en el mundo y sin parientes vivos, que sobrevivió a los dinosaurios y la bomba atómica, podría dejar de existir por obra y gracia del principal depredador que hay sobre la tierra: el hombre.
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